Se trata de uno de los platos más icónicos de la gastronomía española. No en vano, a lo largo de toda la Península podemos degustar hasta ocho versiones diferentes de migas según la provincia: aragonesas, manchegas, extremeñas… Sorprendentemente, aunque están asociadas al mundo rural, su origen es aristocrático. ¡Os contamos su historia!
Las migas es un plato típico de nuestra gastronomía elaborado principalmente con pedazos de la miga de pan tostado acompañadas de carnes y verduras picadas. Por su sencillez, hasta el siglo XX ha sido un alimento básico para agricultores y ganaderos trashumantes.
Sin embargo, diversas teorías apuntan que las migas se introdujeron en la Península Ibérica durante la invasión árabe y que su origen está relacionado con el apreciado tharid musulmán. Dado que según la tradición éste era el plato favorito de Mahoma, lejos de ser una receta popular, se trataba de un gran obsequio para las personas distinguidas que visitaban palacios y casas de alta enjundia.
Posteriormente, durante la Reconquista las migas siguieron siendo populares entre los reyes cristianos. Aunque les añadieron productos del cerdo para distinguirse de las creencias musulmanes.
Pese a estos inicios aristocráticos, por su aporte calórico el plato fue popularizándose en el mundo rural, sobre todo, entre pastores trashumantes. Estos llevaban trozos de pan en sus zamarras para hacer frente a las duras caminatas. Así, cuando el pan se les quedaba duro, lo humedecían y lo sofreían en grasa de animal.
A partir del siglo XX han surgido muchas variantes de este plato típico y sabroso: con chorizo, con huevo frito, con patatas fritas, con uvas… Eso sí, siempre con la misma base consistente en pan desmigado y un elemento graso donde sofreírlo.