Son difíciles de pescar, pero fáciles de cocinar. Y en Galicia se encuentran los mejores. Os contamos algunas peculiaridades de este delicioso marisco que ha sido objeto de sesudos estudios.
1. PERCEBEIROS Y PERCEBEIRAS
Son aquellas personas que se dedican al marisqueo de percebes en las costas de Galicia. El oficio de percebeiro está catalogado como una profesión de riesgo, porque deben extraer artesanalmente el producto entre las rocas donde se adhiere en condiciones muy adversas. En los acantilados de Punta Rocundo (A Coruña) cruces blancas se alzan en hilera como homenaje a los hombres y las mujeres que perdieron la vida marisqueando.
2. OBJETO DE ESTUDIO
Las particularidades anatómicas de los percebes han generado todo tipo de tesis, convirtiéndolos en objeto de estudio. De hecho, algunos de los 10.000 percebes que Darwin investigó antes de formular su celebérrima Teoría de la Evolución pueden verse todavía en el Museo de Ciencias Naturales de Londres.
3. HERMAFRODITAS
Los percebes son hermafroditas. Sin embargo, el percebe no puede autofecundarse. Para llevar a cabo la reproducción es necesario que intervenga otro ejemplar, y que uno de ellos actúe como macho y otro como hembra. Cada individuo asume un rol determinado al aparearse, pero no se sabe a ciencia cierta de qué depende esta elección.
4. LOS MEJORES PERCEBES
Los mejores percebes se encuentran en Galicia. Los más apreciados son los que tienen un tamaño proporcionado, ni demasiado largo, ni demasiado corto, y más bien grueso. Son los llamados percebes de sol, mientras que los de sombra, que crecen en las rocas bajo el mar, tienen mayor longitud y resultan menos apreciados en el mercado. La temporada para el consumo del percebe fresco comprende los meses de marzo, junio, septiembre y diciembre.
5. CÓMO COCINARLOS
Su preparación es muy sencilla. Límpialos siempre con agua muy fría. Mientras, pon agua a hervir en una olla. Añade sal: la proporción correcta es de sesenta o setenta gramos por cada litro de agua. Cuando rompa a hervir, introduce los percebes. Con un minuto bastará para tenerlos listos. Se comen templados, para que puedas pelarlos sin quemarte. Recién cocidos se ponen en una bandeja y se tapan con un paño limpio mojado en agua caliente. ¡A disfrutar!