¿Quién no ha pedido alguna vez una ración de patatas bravas en una terraza?  Nadie, ¿verdad? Posiblemente estemos hablando de la tapa más popular de nuestra gastronomía. Sin embargo, como ocurre con otras especialidades populares, su origen es incierto y disputado. A continuación vamos a intentar arrojar algo de luz a este asunto.

Oficialmente las patatas bravas son unas patatas acompañadas de salsa picante. A partir de aquí, este plato tiene tantas versiones como bares hay en España.  Las patatas pueden prepararse fritas, cocidas e incluso en algunos casos al horno. Con la salsa ocurre tres cuartos de lo mismo: con pimentón, con cayena, con más o menos tomate… Las opciones son múltiples y cada bar tiene su fórmula.

Respecto a su origen, aunque es una tapa típica de todas las regiones de España, los expertos gastronómicos coinciden en que se inventaron en Madrid. Concretamente en dos establecimientos ya desaparecidos que, hoy en día, se disputan la invención: Casa Pellico y La Casona.

Ambos establecimientos empezaron a servir patatas bravas allá por 1960 y los oriundos de la época aún recuerdan las largas colas que se formaban en sus alrededores para entrar a degustarlas.

En cualquier caso, los expertos también aseguran que es posible que la receta fuera más antigua y que las clases populares ya la consumieran por lo menos en el siglo XIX. Sin embargo, no hay constancia del término bravas hasta la apertura de estos dos bares.

Polémica
En el 2017, nuestra típicas bravas fueron objeto de polémica cuando un periodista británico escribió un tweet en el que decía que no eran más que una patatas con  kétchup. Como podéis imaginar, las cuentas de Twitter de miles y miles de españoles se le echaron encima ante tal ofensa.

Sea como fuere, cabe destacar que la ONU, en un estudio sobre patatas a nivel mundial realizado en el año 2008, reconoció a las patatas bravas como un plato típicamente español.